Re-publicación de noticia (29/4/22).

El envejecimiento depende de dos factores, del paso de los años (edad cronológica o envejecimiento primario) y del estilo de vida y el entorno en el que nos movemos (edad biológica o envejecimiento secundario). Es evidente que el primer factor es inevitable, ahora bien, sí que podemos incidir en cómo afecta nuestro día a día en nuestro metabolismo. Con el objetivo de retrasar al máximo su disfunción, o lo que es lo mismo, retrasar la pérdida de autonomía física y cognitiva.

Así, observamos grandes cambios en la autonomía física en mayores de 75 años con respecto al grupo de población de 65 a 75 años, y es que en personas mayores encontramos deprimida la capacidad del músculo de captar la insulina, debido a un ambiente inflamatorio sistémico producto de alteraciones del tracto digestivo, cambios en la microbiota y un peor descanso. Este hecho provoca la pérdida de funcionalidad muscular que repercute en la ineficiencia del músculo de regenerarse, derivando en lo que conocemos como sarcopenia.

De la sarcopenia a la diabetes:

Se ha definido la sarcopenia como la pérdida de funcionalidad y cantidad de músculo. Menor actividad y menor movimiento está asociado, como mínimo, a tener menor cantidad de masa muscular y a tener una musculatura menos eficiente.

Menor eficiencia de la masa muscular está asociado a menor sensibilidad a la insulina a nivel sistémic, y esto induce el tàndem hiperglicemia – hiperinsulinemia compensatoria, a la larga diabetes.

Otro factor determinante en la sarcopenia, a parte de la falta de ejercicio físico y que va de la mano con la falta de movimiento y ejercicio, es la infiltración de grasa en el tejido muscular. El tejido graso es un órgano endocrino, y la grasa ectópica genera unos señalizadores de carácter inflamatorio, es decir, activan el sistema inmune para resolver un problema, pero éste no se resolverá hasta que esta grasa ectópica no reduzca su volumen y cantidad, y mientras tanto, seguirá habiendo esta activación inflamatoria.

La grasa infiltrada en el músculo comporta una inflamación permanente en el músculo y la pérdida de sensibilidad a la insulina en cualquier célula se da básicamente por 2 motivos, por inflamación o por exceso de circulación de glucosa – insulina en sangre.

En consecuencia la sensibilidad a la insulina del músculo se ve alterada y el resultado final es sarcopenia por pérdida de función muscular y mala regeneración de ésta, y a la larga, si no hay remedio antes,  desarrollar diabetes del tipo 2 por hiperglicemia – hiperinsulinemia compensatoria.

Desajuste cronológico y biológico:

Para que nuestra edad biológica vaya acorde con nuestra edad cronológica, es imprescindible incidir en el estilo de vida para que éste sea respetuoso con nuestro organismo teniendo en cuenta la actividad diaria, los horarios, el descanso nocturno, comer alimentos reales y el entrenamiento físico planificado.

Permíteme que ponga en relieve  cómo el entrenamiento físico planificado tiene la virtud de ser un potente soporte de la sensibilidad a la insulina del músculo esquelético y como la buena sensibilidad a la insulina nos protege de la aparición de enfermedades metabólicas como la diabetes del tipo 2, problemas cardiovasculares, hipertensión, obesidad central, pérdida de autonomía física y cognitiva, problemas inmunológicos, tiroideos, algunos tipos de neoplasias o disfunción de las hormonas sexuales.

Antes de avanzar, me surge una questión, ¿este conjunto de etiquetes a desajustes metabólicos que he comentado en el párrafo anterior debemos considerarlos como enfermedades o bien como alteraciones que se producen en el organismo para garantizar su supervivència?

Bien, entrando en materia, voy a basarm en lo que recoge la revisión de Cartee GD. et al. “Exercise Promotes Healthy Aging of Skeletal Muscle” (2017). Poco a poco iré desgranando lo más relevante que en ella encontramos.

Luchando contra la atrofia muscular:

. “En los últimos 50 años ha habido una explosión en el diagnóstico de problemas metabólicos, en personas cada vez más jóvenes. Todos ellos tienen detrás una alteración de la sensibilidad a la insulina con la pérdida de función del músculo y cantidad de masa muscular (Sarcopenia).”

Justamente esto es lo que sucede de forma natural por el paso de los años, es decir, con el envejecimiento primario. Por lo tanto, cada vez encontramos más personas con una peor calidad de la función muscular a una edad más temprana producto de la afectación de los factores determinantes en el envejecimiento secundario (estilo de vida).

La sensibilidad a la insulina sistémica depende en gran medida de la capacidad que tenga el músculo esquelético de fijar la insulina y limpiar la glucosa del torrente sanguíneo.

La sarcopenia depende del uso que hagamos de la musculatura (actividad y entrenamiento), de los señalizadores inflamatorios circulantes en el propio músculo, de la capacidad de las mitocondrias musculares de generar energía para la contracción y la regeneración muscular.

La perimenopausia y la postmenopausia:

. “En mujeres vemos que reducen su capacidad de generar fuerza en torno a la peri-menopausia y la post-menopausia (45 a 55 años).”

Este es un momento en el que sucede una reorganización de la grasa en las mujeres, disminuyendo la grasa subcutánea y aumentando la grasa abdominal, y intramuscular. Algo que también observamos en personas con obesidad sarcopénica. Por lo tanto, la deplección de estradiol es un punto de inflexión en las mujeres en cuanto a la sarcopenia.

Los hábitos físicos de las mujeres en los años previos a la perimenopausia son determinantes a la hora de atenuar esta caída brusca que sucede en  ellas después de los primeros años de la menopausia. Llegar a los años previos a la menopausia con una buena funcionalidad muscular debería ser el objectivo de las mujeres para mantenir a ralla el equilibrio edad cronològica – edad biològica.

Efectos del entrenamiento físico sobre la funcionalidad muscular:

. El ejercicio de carácter aeróbico influye muy directamente en la efectividad mitocondrial y la vascularización del músculo. Y, el entrenamiento de fuerza, incide en la función mitocondrial, en la capacidad de generar fuerza y estimula la creación de nuevo músculo.

Por lo tanto, la planificación de entrenamiento fisico en el que combinemos días de entrenamiento de caràcter aeróbico con días de ejercicios de fuerza parece una gran idea. Sin olvidar la vida activa, un buen descanso (en cantidad y calidad) y unos hábitos alimentarios sin factores inflamatorios, o lo que es lo mismo, comer alimentos reales.

 Jordi García
 Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte (Barcelona).
 LPF Certified Trainer. Postgrado en Psiconeuroinmunoendocrinología (PNIE).
 Master en Medicina, Nutrición y Terapia Ortomolecular

Etiquetas:
0 veces compartido