Como expresa el título de una de las obras de Mario Benedetti, una vez más, iniciamos un nuevo año entre “memoria y esperanza”. Si el magnífico autor uruguayo, nos animaba a luchar por nuestros sueños derrotando al conformismo, en este 2021 tenemos la oportunidad de preguntarnos por aquello que estamos dispuestas a apostar para salir del actual laberinto en el que nos encontramos.

Sabiendo que las sociedades modernas basan su estabilidad en el dinamismo, evaluar el antes y el después de cada toma de decisiones, como por ejemplo fue la orden de clausurar polideportivos, se antoja vital para los intereses de la ciudadanía. Contar con una herramienta imprescindible guardada en el armario, sirve de poco.

Tratando de recuperarnos aún del varapalo que supuso el confinamiento y en pleno periodo de cierres perimetrales, grupos burbuja o restricciones horarias y de aforo, entre otras medidas para la contención del virus, parece conveniente haber asumido ya nuestra vulnerabilidad como seres humanos. 

Sin prisa, pero sin pausa, toca ahora valorar, necesidades humanas, riesgos y miedos, para reorganizar adecuadamente nuestras relaciones sociales. En este sentido, los centros deportivos siguen su camino para ser reconocidos como servicios esenciales, demostrando cada día su aporte al refuerzo de un sistema inmunológico, tan mencionado en este tiempo. 

Desde COPLEF Madrid, queremos recordar el artículo 7 de nuestro Código Deontológico, donde se cita el “Principio de la salud, seguridad e integridad física y/o psíquica del usuario”, aclarando que el ejercicio de la profesión, siempre estará sujeto a proteger y salvaguardar la salud del deportista, así como al establecimiento de tantas medidas de seguridad como sean necesarias para la prevención de riesgos en la práctica deportiva.

Convivir en un contexto quizá más volátil de lo deseable, no impide que el derecho genere obligaciones para los entes públicos y privados, en función de principios como el de necesidad, el de eficacia o el de certidumbre. 

Tras 30 años, existen motivos suficientes para incidir en el artículo 72, de la Ley del Deporte de 1990, donde se menciona que, toda instalación, establecimiento o entidad en la que se ofrezcan servicios deportivos, deberá ofrecer información del nombre y la titulación respectiva de las personas que prestan dichos servicios, lo cual se corrobora con el artículo 4.h. de la Ley 6/2016 de ordenación del ejercicio de las profesiones del deporte de la Comunidad de Madrid.

Si cuando vamos a la consulta de un dentista o al gabinete de una abogada no sólo no nos sorprende encontrarnos con sus identificaciones personales y profesionales, sino que además lo agradecemos, en el sector de la actividad física la circunstancia no es, ni debería ser distinta, resultando esencial conocer en manos de quién nos ponemos.

Generar confianza y credibilidad en usuarios y clientes, es uno de los retos marcados como prioritarios, tras un confinamiento que ha dejado bastante “tocada” a la industria del fitness. Con muchos gimnasios cerrados por la imposibilidad de asumir el descenso o la pérdida de socios, otros centros se ven en dificultades para asumir los costes económicos que supone adaptarse a las medidas anti-COVID, comprando máscaras faciales, hidrogeles, pulverizadores rellenos de líquido virucida o mamparas separadoras, entre otros muchos productos.

En este nuevo escenario, permanecen tareas pendientes o inacabadas como es la de legislar, estableciendo o modificando ciertos límites a lo que pudiera tener lugar, lo cual puede entenderse como una gran suerte, ya que tener la posibilidad de adaptar nuestro ordenamiento jurídico, aunque sea parcialmente, es un lujo que no siempre está al alcance de la realidad. 

Sabiendo que las sociedades modernas basan su estabilidad en el dinamismo, evaluar el antes y el después de cada toma de decisiones, como por ejemplo fue la orden de clausurar polideportivos, se antoja vital para los intereses de la ciudadanía. Contar con una herramienta imprescindible guardada en el armario, sirve de poco.

Mientras que la reinvención es una constante en un mundo que actualmente demanda trabajar en salvar las distancias, anhelamos un reconfortante contacto piel con piel que promueve la liberación de oxitocina, como fuente de bienestar biológico, al regular nuestro nivel de estrés. No importa. Esperaremos el momento oportuno para ponerlo en práctica.

Como suele ser habitual, en ocasiones buscamos en las palabras y en las acciones de grandes referentes algunos mapas y brújulas que nos orienten en etapas complejas de nuestras vidas. Por tanto, me gustaría poner un punto y aparte con las aportaciones de dos personas que se dedicaron al estudio de diversos campos del saber:

Si Albert Camus, decía que la libertad no está hecha tan solo de privilegios, sino sobre todo de deberes, Erich Fromm, nos aconsejaba cambiar el uso de sustantivos por verbos. 

De la combinación de ambas propuestas, nos planteamos qué podemos hacer para que algo pase, o bien para impedirlo. Dentro de las posibles interpretaciones, en el primer caso, se trataría de subrayar el valor del compromiso y la responsabilidad, mientras que, en el segundo, superando la gratuidad de señalar culpables, nos centraríamos en nuestro elemento fundamental, es decir, en el movimiento. 

Con letras mayúsculas, minúsculas e incluso silencios, hemos de seguir configurando un sinfín de promesas navideñas, recalculando territorios y ritmos, pasando del control al cuidado y de la obligación al impulso compartido.

JOSÉ LUIS CARRASCO CAJIDE

Vocal de COPLEF Madrid

Colegiado nº 58687

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