Desafiar los límites humanos constituye hasta el momento uno de los motivos presentes en algunos de los eventos deportivos más llamativos, como son el salto de longitud en atletismo, la inmersión a pulmón en buceo o el ciclismo de ultra fondo. 

Siendo conscientes de la satisfacción que pudiera ocasionarnos el hecho de medir y medirnos, actualmente contamos con “otro tipo de cifras” que también nos orientan: 1.240.607 casos confirmados y 36.257 muertes por Coronavirus, según datos oficiales del Gobierno de España, a día 2 de noviembre de 2020. Escalofriantes ¿verdad? Sin duda estamos ante un reto diferente.

Afirmaba el poeta norteamericano T.S. Elliot que “el ser humano no soporta demasiada realidad”. Sin embargo, más allá de los terribles datos que vamos recibiendo periódicamente desde diversos medios de comunicación, aún nos preguntamos qué estamos haciendo como sociedad al respecto de la pandemia.

En el mundo del deporte, cuando hemos perdido un partido, podemos aprovechar la ocasión para sumar alguna destreza individual o incluir una determinada estrategia colectiva que nos permita alcanzar un mejor resultado en la siguiente oportunidad. 

Partiendo de la autocrítica, pese a que los brotes asociados a entornos deportivos distan de ser significativos hasta el momento, todavía seguimos observando “partiditos” entre amigos en los que no se respeta la obligatoria distancia entre personas y otras prácticas poco solidarias, como el hecho de llevar la mascarilla en el codo al salir a correr, únicamente “por si me para la policía”. 

Es cierto que existen y deben existir entornos de cierta libertad, “menos controlados” por instituciones públicas y gestores deportivos, y es precisamente aquí donde pueden evaporarse las responsabilidades de cada cual en la propagación del virus.

Dos son los errores que se plantean: Pretender que la legislación abarque y regule todo el espectro de situaciones posibles y atribuir todo lo que nos pasa a causas externas. Además, detestamos que se nos imponga cualquier restricción, a la vez que dudamos acerca de si hemos de cumplir con lo que se espera de nosotros cuando nadie nos vigila.

Ellas y nosotras. Nosotros y ellos. Los códigos binarios y el peso de la costumbre nos llevan a trazar desacertadas fronteras entre responsabilidades, cuando es tiempo de menos calistenia y más acrosport, o, dicho de otro modo, de menos individualismo y más esfuerzo coordinado.

La actualidad nos muestra cómo van reduciéndose los integrantes de los grupos o subgrupos de entrenamiento a 6 personas, los cuales preferiblemente deberían ser estables, con el fin de facilitar la tarea de rastreo en un posible caso positivo de COVID-19. Al mismo tiempo, disminuye la ocupación de los espacios deportivos cerrados al 50%, y en deportes en los que exista contacto como el balonmano o el baloncesto, los partidos han de jugarse con mascarilla en las categorías de base y aficionados. Este escenario no es el más deseable, pero si es el que hemos de asumir como provisionalmente necesario para intentar evitar contagios.

Por otro lado, algunas fuentes proclaman que un nuevo confinamiento domiciliario está próximo y, en ese sentido, es esencial que nos preparemos convenientemente. En la prevención de riesgos durante la práctica de actividad física, adquiere un valor esencial la confluencia de los artículos 3.1.e. de la Ley 6/2016 de ordenación del ejercicio de las profesiones del deporte de la Comunidad de Madrid y el artículo 17 del Código Deontológico de COPLEF Madrid, donde se hace referencia a los derechos de consumidores, usuarios y deportistas en cuanto al conocimiento de la identidad y el título que habilita para el desempeño profesional de la persona a la que acude para guiarles.

En un momento en el que mantenerse en un buen estado de salud, reforzando nuestro sistema inmunológico, es vital, se mencionan estas normas, con el fin de evitar la repetición de confusiones acerca de la profesionalidad de las personas que publicitan sus servicios como entrenadores y entrenadoras personales. El estrés generado por la situación sanitaria, las cargas familiares o el momento laboral, suponen algunos de los ingredientes de un coctel que podría indigestarnos en caso de no ser elaborado por el experto o la experta adecuados.  

Concienciar y concienciarnos del estricto cumplimiento de los protocolos higiénico-sanitarios elaborados para la ocasión durante la práctica deportiva es una labor que nos concierne como sociedad, siendo prioritario utilizar la experiencia del segundo trimestre de este año, para no caer en los mismos desaciertos.

Desconocemos por completo la fecha en la que este inédito ambiente nos dará una tregua, y el hecho de no tener una meta clara podría desconcertarnos, pero sí somos conscientes de la rotundidad con la que nos afectará en caso de no actuar de forma coherente.

La interpretación más adecuada del lema citius, altius, fortius pasa en estos momentos por moderar nuestra práctica de actividad física, racionalizando los márgenes disponibles y focalizando la energía en avanzar paso a paso, atendiendo a las directrices de las autoridades competentes.

JOSÉ LUIS CARRASCO CAJIDE

Vocal de COPLEF Madrid

Colegiado nº 58687

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