Anytime Fitness, la cadena de gimnasios de conveniencia más grande del mundo, con más de 4.700 clubes repartidos por más de 30 países, ha dado una nueva muestra de su apuesta por Madrid con la apertura de un nuevo club en pleno centro de la ciudad, en el barrio de Arganzuela, con el que ya suma nueve en toda la Comunidad.
El nuevo Anytime Fitness, ubicado en el número 64 del Paseo de Santa María de la Cabeza de la capital, cuenta con 500 metros cuadrados de superficie y permanecerá abierto 24 horas al día. Al frente de este club, que es el tercero que la marca abre en Madrid en lo que va de año -después de los de O’Donnell y Zurbano- se encuentra David Salanova, un empresario con una dilatada experiencia en franquicias (más de diez años) y amante del sector fitness desde un doble prisma: personal y profesional.
La cadena de gimnasios inaugura Anytime Fitness Arganzuela, un nuevo club de 500 metros cuadrados en pleno centro de Madrid, que abrirá las 24 horas, los 365 días. Ésta es la tercera apertura que la firma hace en la capital en lo que va de año, donde ya dispone de nueve clubes y donde en apenas año y medio ha triplicado su presencia.
Madrileño de nacimiento y con tan solo 30 años de edad, David Salanova creará cuatro puestos de trabajo con la apertura de este nuevo gimnasio, aunque calcula elevar la cifra a seis cuando el centro esté a pleno rendimiento en tan sólo unas semanas. Un centro en el que él, junto a su padre, llevará la parte de gestión y administración (es Licenciado en Dirección y Administración de Empresas). La especialista en fitness Elena Martín Berrocal se ocupará de la dirección técnica.
Además de poner al servicio de sus socios entrenadores personales y clases colectivas (zumba, yoga, pilates, bodypump, body combat, GAP, stretching…), los usuarios de este club –cuya maquinaria es de Life Fitness- ‘tendrán un seguimiento constante por parte de sus monitores y estarán respaldados en todo momento por nosotros’, matiza Salanova.
Es precisamente por esa filosofía de estar cerca de sus usuarios por la que este franquiciado ha decidido apostar por Anytime Fitness. ‘Soy usuario de centros deportivos desde hace años y la cercanía y el trato personalizado que ofrece esta marca hizo que me decantara por ella. Si a eso le sumas que, pese a contar con instalaciones reducidas, los clubes de Anytime Fitness cuentan con prestaciones premium, la elección estuvo más que clara’, apostilla.
En este nuevo Anytime Fitness, Salanova calcula contar con un perfil de usuario con una edad media superior a los 35 años y en el que haya tanto hombres como mujeres al 50%. ‘Gente real que quiera mejorar su vida a través de la práctica regular de deporte y la inclusión en su vida de hábitos saludables. Nuestro compromiso es trabajar a su lado para conseguir los objetivos de salud que se propongan.’
Tras una inversión que ronda los 600.000 euros en esta apertura, David Salanova tiene en su horizonte abrir un nuevo club de la marca de aquí a dos años.
Misión cumplida en la capital
El club de David Salanova es el tercero que Anytime Fitness abre en Madrid en lo que va de año. Un año en el que la firma está dando pruebas de su apuesta por esta comunidad autónoma, donde ha triplicado su presencia en los últimos dieciocho meses. ‘Madrid está en nuestro punto de mira. Queremos llevar Anytime Fitness a otros distritos y barrios de la capital donde hemos identificado que existen buenas oportunidades para nuestro modelo. En este momento, estamos trabajando para encontrar locales para desarrollar estos proyectos’, sostiene David Abrahams, Director de Expansión de la franquicia.
De hecho, si los planes de la cadena se cumplen según lo previsto, Anytime Fitness llegará a los 10 centros en Madrid antes de final de año, con la apertura en unos meses de un nuevo gimnasio en el número 39 de la Avenida de Pablo Iglesias.
‘A finales de año alcanzaremos en la capital los 10 clubes operativos. Este era nuestro objetivo. Y como los objetivos están para batirlos, el próximo será alcanzar los 20 o 25 gimnasios en la Comunidad de Madrid en los próximos dos años’ – concluye Abrahams.
